Ángel, el pequeño sultán
Ángel, el pequeño sultán
Ángel, un angelito que llegó a este mundo fruto de un gran amor. Fue deseado y querido profundamente por unos padres que lo recibieron con los brazos abiertos y el corazón lleno de esperanza.
El 24 de octubre de 2024, despedimos a Ángel, un pequeño de tan solo dos añitos. Su partida dejó un vacío inmenso e irreparable en unos padres que, rotos y hundidos en su dolor, siempre lucharon por él con una fuerza admirable. Desde el primer instante, afrontaron juntos las dificultades de salud con las que Ángel vino al mundo, sin rendirse jamás, unidos más que nunca por su amor y devoción.
Ángel nunca careció de amor ni cariño. Toda su familia, junto con los vecinos del pueblo, soñaban con verlo crecer y correr por las calles, jugar con sus primos y amigos. Todos compartimos el sufrimiento de sus padres, quienes no escatimaron esfuerzos. Día y noche, sin descanso, le ofrecieron lo mejor de ellos mismos, haciendo su corta vida lo más fácil y feliz posible.
Su madre lo abrazaba con ternura infinita, calmando sus inquietudes con nanas que le susurraba al oído, llenándolo de paz y seguridad.
Ángel llegó al mundo en otoño, cuando las hojas se desprenden de los árboles, los campos se tiñen de ocres y amarillos, y las primeras lluvias anuncian la transición de las estaciones. Vivió su primer invierno, su primera Navidad, convirtiéndose en el mejor regalo para sus padres.
La primavera trajo consigo el repique de los tambores de Semana Santa, el aroma del azahar y el perfume de las rosas. En su último verano, disfrutó de la piscina con su chaleco salvavidas, acompañado por su padre, quien lo mecía y columpiaba, imaginando juntos las olas del mar, arrancándole sus mejores sonrisas. También hubo paseos al anochecer, aprovechando la frescura del río.
Fueron dos años de alegrías, de lágrimas en silencio, de felicidad y amor profundo. Un regalo de la vida, delicado como el papel más frágil, que llegó a este mundo con un destino y una fecha que el tiempo decidió adelantar.
Sherezade, su madre, es una mujer valiente y especial que un día se interesó por el blog "Amigos de la Lectura", contribuyendo a la cultura de su pueblo. Desde el anonimato, creó su propio espacio, "La Cueva de la Luciérnaga", donde dejó su huella con relatos llenos de sensibilidad y dedicación.
Sherezade, te animo a seguir escribiendo en tu blog. "La Cueva de la Luciérnaga" puede ser un refugio no solo para ti, sino también para tantas madres que han atravesado un dolor similar al tuyo. Allí, tus palabras pueden iluminar, acompañar y dar fuerza.
Cuando quería adormecer a su hijo, Sherezade le contaba el cuento de "Las Mil y Una Noches", la misma historia que su propio padre le narraba a ella. Solo pudo estar a su lado 734 noches, pero Ángel vivirá eternamente en su corazón. Ese pequeño sultán, su "ratoncito", su "granujilla", será siempre su principito.
Ahora, desde el cielo, Ángel los observa. Aunque sufre al verlos tan tristes, se siente orgulloso del amor y la dedicación que le dieron. Él quiere verlos felices nuevamente, hablando de sueños e ilusiones, y llenando sus corazones con la esperanza de un nuevo angelito.
En cada noche, y en mil
noches más, Ángel escuchará a su madre narrar las historias que
tanto lo reconfortaban. Su memoria permanecerá viva en cada susurro,
en cada recuerdo, y en el dulce eco de sus padres diciendo:
"¡Mi
ratoncito, mi granujilla!".
De paso por la vida.
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