Capitulo Penúltimo: Noria de las Huertas del Duque. Símbolo de nuestro entorno.

 

La última noria desde el año 1989-90 en que dejó de funcionar, permanece en su sitio, sin actividad y olvidada, como esqueleto de una época que quedó atrás, clavada en la arena, encadenada por las raíces de los árboles y todo tipo de matorral. 
 
Durante siglos, los hortelanos se encargaron del mantenimiento de esta noria. Procuraban tenerla siempre a punto para que sus huertas recibieran el agua, tan necesaria para sus cultivos. Uno de los trabajos más duros consistía en mantener en buen estado la “ZUA”. Hombres y mujeres haciendo una hilera humana se pasaban las piedras, una a una, para colocarlas en el cauce del río, usando tochos de forraje y ramas, conocidos como "Tochos de Agua", para tapar los huecos que había entre piedra y piedra. Así se retenía mejor el agua y facilitaba su desvío por un canalillo de tierra, reforzado con piedras, que conducía el agua hasta la noria.

En el año 2005 se elaboró un proyecto por parte del Ayuntamiento de Badolatosa, en colaboración con la Ruta del Tempranillo. El proyecto pretendía construir un Puente Mirador con la finalidad de admirar la noria desde más cerca y que, al mismo tiempo, sirviera como reclamo turístico. A quienes correspondía su aprobación, no lo vieron oportuno alegando motivos técnicos. 

En el año 2008 el Ayuntamiento de Lucena hizo un proyecto junto con la Ruta del Tempranillo para ponerla en marcha. Los trabajos de restauración los llevó a cabo la empresa Tecnomorales SL de Badolatosa.
Se llevaron a cabo unos arreglos en toda su estructura para restaurar los elementos deteriorados por la falta de uso y el paso del tiempo. Esta restauración duró tres meses, desde Octubre a Diciembre, del mismo año. La pusieron en marcha, pero solo a modo de prueba. Se quedó prácticamente nueva, pero ante la falta de conservación, poco a poco se fue deteriorando de nuevo.

Con las inundaciones producidas en el año 2011 ésta quedó varada en su canal. Los organismos encargados de culminar este proyecto no tuvieron la delicadeza de finalizarlo, dejando olvidada no solo a la noria; también la ilusión de la gente y el turismo, que se hubiera generado en torno a ella, siendo un reclamo para visitantes y amantes de la naturaleza.
Posteriormente, a últimos de Septiembre del año 2013, se llevaron a cabo  los arreglos de las orillas del río por las inundaciones producidas en Marzo de ese mismo año. Otra vez renació la esperanza de la gente y pensó que era el momento idóneo para ponerla en marcha. Lo cual se podía haber llevado a cabo. Estaban las máquinas. Era una estupenda oportunidad pues no habría sido ni difícil ni costoso, por una sencilla razón, las cosas bellas no tienen precio. Una vez más, el Símbolo, en recuerdo de las demás norias, se desvaneció.
 
Todos los vecinos de estos parajes comentan: ¡Qué lástima! y se preguntan: ¿Es qué a nadie le importa? Cuando tanto se habla del turismo rural para los pueblos, una fundación como la que trabaja con la Ruta del Tempranillo, en la actualidad bajo la denominación: “Tierras de José Maria el Tempranillo” cuyo cometido es fomentar el turismo rural de nuestros parajes, ¿no se ha planteado, no se les ha ocurrido aprovechar el río junto con las norias como verdaderos impulsores para generar recursos turísticos?
 
Sinceramente, y con toda honestidad, creo que se lo habrán planteado. Esperemos que, más pronto que tarde, esta fundación ponga todo su buen hacer para que esta noria pueda tener el esplendor que tenía en vida y que todas las gentes del entorno puedan gritar: 
 
“¡Por fin el olvido se ha convertido en realidad!”


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