Los gigantes del río
Los gigantes del río crecieron en la margen izquierda de la orilla junto a la ribera del soto y las huertas. En el silencio de la noche se escuchaba el gorgoteo de la fuerza de las aguas golpeando en las piedras y las ramas de la arboleda. La luna los acunaba y la noria volteaba las aguas del Genil. Los postigos de los patios de la calle principal cada mañana los abrían sus vecinos dando los buenos días. Estos gigantes del río no eran inventados de un cuento, ni dioses de la mitología griega. Una alameda de eucaliptos, formada por más de sesenta, mal colocados como soldados que perdieron la guerra. La alameda de eucaliptos, los que vieron nacer y crecer a tantos badolatoseños. Los niños del pueblo de varias generaciones han jugado a los escondites, las carreras... los saltos y resbalones en el suelo con las semillas o balines, que caían de sus ramas, los que utilizaban para lanzarlos con un tubo de caña de cerbatana. Los partidos de fútbol, los regateos, por medio de los