En Silencio

Al pasar por el cementerio una voz interior me invita a entrar. No es obligación es necesidad.



En la entrada principal una puerta de hierro de dos hojas. Su parte baja chapada y cogida con remaches a base de golpes de mazo. Arriba barrotes terminados en lanzas de punta fina, mirando al cielo. Pintada de color negro, negro de dolor. Cada vez que se abren las dos hojas un vecino, un amigo, un familiar lleva los pies por delante. Metido en un ataúd de madera noble. Va para un siglo abriendo y cerrando ¡Cuántos sin un día señalado y una fecha en el calendario!


Voy recorriendo sus calles sin nombre ni números, en silencio y con respeto absoluto. Solo los estorninos y gorriones revoloteando y con su canto lo rompen. Están llenas de flores, unas del tiempo, otras de tela, de plástico hay muchas, no importa, todas tienen el mismo significado y ofrenda. Unas velas encendidas, unas llamas de “no te olvido”, hay momentos en que se desdibujan, figuras caprichosas que cambian con la fuerza del viento y cuando aprieta fuerte las ahoga. Nichos elaborados con las manos, unos levantan panteones, otros apilados como colmenas, bajo tierra son los menos, antaño las cruces clavadas en hileras brotaban del suelo.

Revestidos de granito, otros de piedras marmoleadas,  azulejos de imitación, de mortero y encalados con cal, no importa el color, ni el material, nuestros seres queridos reposan en paz.

En letras grandes y en el sitio más vistoso, PROPIEDAD …FAMILIAS…para que todo el mundo reconozca y se acuerden de ellas. Grafías grabadas en las lapidas, fechas muy señaladas, el nacimiento con una estrella, su muerte con una cruz. Nombres y apellidos de los difuntos, recuerdos de los que se quedan, epígrafes de añoranza.

“¡Siempre estarás en nuestros corazones, porque tú alegría perdurará en cada uno de nosotros!”

“Y todo el qué vive y cree en mí, no morirá para siempre.”

“Quererte ha sido fácil, olvidarte imposible. De tus hijos y nietos.”

“Su amor fue la familia, su pasión el trabajo, su divisa el deber, su lema la verdad y la honradez.”

“Y sé que cada día mientras viva te seguiré queriendo y te echaré de menos.”

“Con Soledad, Recuerdos, Lágrimas y Miradas nos dejaste tu pequeña “Sinfonía inacabada”... Lucía.”

“Se acabó tu recorrido por este mundo. Nos has dejado desolados y llenos de dolor, en el consuelo de que empiezas una nueva vida al lado del Señor.”


Cada nicho es un rinconcito privado, un “altarito” donde los sentimientos brotan en lo más sagrado. Los rostros de la Virgen, de Jesús, del difunto. Repisas con crucifijos, jarrones y centros, farolillos y floreros. Todo es poco para recordar que un día estuvieron con nosotros. La vida sigue y yo me despido, dejando atrás a tantos con los que un día compartí unos momentos de mi vida.  
                                                        
De paso por la vida.

Juan Reyes

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